lunes, 26 de abril de 2010

Sólo hay pibes comiendo ...





Claudio Pocho Lepratti, muerto en Rosario-Santa Fe, bajo la bandera de la impunidad del gobierno de Fernando de la Rúa, bajo la bala asesina de la escopeta disparada por el policía Esteban Velázquez, casi a quemarropa cuando se encontraba en el techo de la escuela Nº 756 , donde ayudaba a preparar la comida para los niños.

Siete metros recorrió la bala que le rompió la tráquea, siete feroces e inmediatos metros y Pocho se desplomó sobre el techo de chapa de la escuelita, ante la mirada incrédula de "sus pibes", de su gente, que lo oyeron decir: "No tiren, acá sólo hay pibes comiendo"

Casi nueve años han pasado desde aquel 19 de diciembre de 2001, en que Barrio Las Flores lloró la muerte de Pocho y aún hoy la llora.

Claudio Lepratti, un joven luchador social, que con tan sólo 35 años, fue asesinado por un gobierno corrupto, viciado, que pretendió aniquilar a los más pobres e indefensos en lugar de gobernar en bases de sólida justicia, generando caminos de igualdad social, para terminar con la enfermedad, el hambre y la miseria de muchos, un gobierno groseramente impune y cobarde, que mató a pobres y a luchadores, en un plan siniestro plagado de complicidades y vendetas, un gobierno que se cobró con sangre inocente su torpeza vil y sus desmanejos espúreos, un gobierno que dejó al descubierto la cara más repulsiva, sangrienta y atroz del poder corrupto y una veintena de muertos inocentes regados en las calles de aquel Diciembre negro y para siempre inolvidable.

A sangre y fuego pretendieron los poderosos acallar los gritos y el dolor de la miseria, pero la dignidad no se mata y la lucha de los pobres no desaparece.

Lo que las balas asesinas, no pudieron ni podrán nunca jamás, es matar la fuerza, la esperanza, la ilusión, la entereza y la dignidad sembrada por Pocho Lepratti en los corazones de todos aquellos a quienes llegó, de todos esos niños a los que pobló de alas, de ilusiones, de sueños de un futuro mejor, esos niños y jóvenes con los que alguna vez jugó, leyó, cantó, rió, lloró, a quienes les sirvió un plato caliente de comida, muchas veces la única posible, la misma comida que el gobierno les negó, les robó, les quitó de la boca. Todos esos jóvenes que aprendieron y conocieron su propia dignidad a través de él, son los mismos que hoy orgullosos levantan su bandera, y pintan por las calles, en las paredes de Rosario, un Pocho alado en bicicleta, porque sin duda, su alma seguirá pedaleando diez quilómetros a diario sin importar horarios, ni almanaques, cansancio, dolores ni distancias, sin importar del frío o del calor, de la lluvia o del sol, para cruzar la ciudad y llegar hasta su gente, porque a los ángeles no hace falta verlos para saber que siguen con nosotros.

A veces, sólo basta con sentir la brisa que acaricia nuestro pelo, nuestra piel y así como si nada, de golpe se nos cuadra una sonrisa, y es que un ángel rubio de ojos mansos va cruzando la ciudad en la mañana

Dicen que es el Pocho pedaleando ... que amanece ...

PD: El policía Esteban Velázquez fue condenado a 14 años de prisión por el asesinato de Claudio Lepratti, y siete años más tarde, otros cinco efectivos fueron condenados por encubrimiento en la misma causa.La pena contempla dos años y ocho meses de prisión, y el doble de tiempo de inhabilitación, para los cinco policías.

por Sandra Pasquini

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